¿Sabía usted que solo hay cuatro tipos de piedras preciosas de las llamadas “principales»? Estas gemas son el diamante, el zafiro, el rubí y la esmeralda. Todas ellas son bien conocidas por su gran valor y belleza. De hecho, no podríamos entender el mundo de la alta joyería sin ellas.
¿Cuáles son las principales piedras preciosas?
Existen muchas clases de gemas, pero solo cuatro son consideradas como piedras preciosas. Ciertamente, según el tradicional criterio decimonónico, tan solo diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros integran este selecto elenco. Consecuentemente, son las más valiosas.
Las piedras preciosas principales tienen tres características en común. No en vano, son los criterios que debe cumplir cualquier gema para ser considerada genuinamente “preciosa»:
- Dureza: que una gema sea dura significa que conservará intacta su belleza a pesar del paso del tiempo.
- Escasez: es evidente que, cuanto más rara o difícil de obtener sea una gema, mayor será su valor. Es por ello que las piedras preciosas naturales, al ser un recurso limitado, son más caras que las sintéticas.
- Perfección: lejos de ser un criterio subjetivo, este requisito depende de la forma, color, transparencia y brillo que presente la gema. La óptima combinación de tales factores dará como resultado un atractivo visual indiscutible.
Las cuatro grandes piedras preciosas se utilizan para elaborar todo tipo de joyas (sortijas, pendientes, collares, etc.). Más allá de su uso ornamental, algunas de ellas presentan interesantes aplicaciones industriales. Por ejemplo, el diamante, que se emplea para crear herramientas de corte, mientras que los rubíes y zafiros se utilizan en la fabricación de relojes de alta gama.
Diamante
El diamante es un mineral compuesto por carbono puro cristalizado. De color transparente, su gran dispersión refractaria le permite dispersar la luz en múltiples colores. Presenta los máximos niveles de dureza (10/10 en la escala Mosh) y conductividad térmica. Actualmente, los principales depósitos de esta gema están en Botsuana, República Democrática del Congo, Rusia y Australia.
Rubí
El rubí es una variedad del corindón que se distingue fácilmente por su color rojo brillante. Tiene una dureza 9 en la escala de Mohs. Se trata de una de las gemas más raras y apreciadas que existen. Las minas más importantes se hallan en Myanmar, aunque también es posible encontrarlo en Pakistán, Mozambique y Australia.
Esmeralda
La esmeralda es una variedad de berilio caracterizada por un intenso color verde. Su dureza oscila entre el 7.5 y el 8 en la escala de Mohs. Las piezas de mayor valor y escasez son las más transparentes. Los principales yacimientos se encuentran en Colombia y Afganistán, si bien piezas de menor calidad se han minado en India, Brasil, Rusia y Egipto.
Zafiro
El zafiro es, al igual que el rubí, una variedad de corindón. Su color característico (y el más valioso) es el azul profundo, pero es posible encontrarlo con diversas tonalidades y matices (amarillo, blanco, violeta, marrón, etc.). Tiene una dureza 9 en la escala de Mohs. Los principales productores de esta gema se encuentran en Madagascar, Tanzania y Sri Lanka.
Cuáles son las piedras semipreciosas
Decimos que una gema es semipreciosa cuando no cumple con los tres requisitos que definen a las piedras preciosas principales. Es decir, todas aquellas que no son diamantes, zafiros, rubíes o esmeraldas.
Si bien hay más de un centenar de gemas catalogadas como semipreciosas, las más utilizadas en joyería son:
- Aguamarina
- Turmalina
- Cuarzo rosa
- Zircón
- Topacio
- Granate
- Peridoto
- Alejandrita
- Espinela
- Tanzanita
- Perla, coral y turquesa (algunos expertos las excluyen debido a su origen orgánico).
Diferenciar piedras preciosas de piedras semipreciosas
No cabe duda de que las gemas semipreciosas comparten rasgos comunes con las piedras preciosas. Es más, unas y otras destacan por el gran poder ornamental que les otorga su brillo y colorido. No obstante, es posible diferenciarlas en base a las siguientes características:
- No reúnen simultáneamente los requisitos que definen a las cuatro grandes piedras preciosas: dureza, escasez y perfección. La concurrencia e intensidad de estos criterios servirá para determinar su valor
- Es un error común considerar que todas las piedras preciosas son siempre más valiosas que las gemas semipreciosas. En realidad, el precio de la pieza es una cuestión puramente casuística. En consecuencia, es posible que una amatista perfecta tenga un precio superior a un diamante de baja calidad.
- Al igual que las piedras preciosas, se emplean frecuentemente para elaborar joyas y amuletos. Sin embargo, con excepción del zircón, no suelen utilizarse con fines industriales.
- La variedad de colores es más amplia que en el caso de las cuatro grandes piedras preciosas. Eso sí, la tonalidad de estas últimas es particularmente única.